Dicen que la
distancia hace el olvido y que enfría las relaciones personales pero… ¿y si no
fuera así?
Creo, y ahora puedo
afirmar, que esa frase no es del todo cierta. La distancia puede ser el muro
que separa a dos personas, pero también puede ser el puente que las una. La
distancia es capaz de quitar las vendas que nos ponemos en los ojos, de limpiar
las malas hierbas que surgen en las raíces de una relación. Es capaz de sacar a
la luz la verdad de las personas; su mejor cara, su mejor versión. La más
sincera. Puede crear esfuerzo, valor, pasión, incluso coraje; donde había
vacío, miedo, oscuridad.
Todo el mundo la
teme, huye de ella, la evita. Pero, en realidad, ella sólo quiere ayudar
fortaleciendo lo que tenemos, mejorándolo. Es cierto que, si nos pasamos con
ella, puede devolvérnosla, puede jugar en nuestra contra (en ese sentido se
comporta como la mayoría de los humanos). En cambio, si la cuidas y la mimas,
es difícil que te aporte algo malo y será capaz de dar lo mejor de sí misma.
Al irme al extranjero
me he cruzado con ella. Al principio, la temía, me daba miedo enfrentarme a
ella, pues tiene un aspecto duro a pesar de ser mujer. Sin embargo, me acerqué
a ella, quise comprenderla y que, en un ejercicio de reciprocidad, ella lo
hiciera conmigo. Cuando estábamos
tomando contacto, era difícil acceder a ella. Es reservada y le cuesta enseñar
sus facultades, pero con el tiempo conseguimos llevarnos bien y me ha hecho ver
todo lo que tengo desde otra perspectiva. He dejado en sus manos a mi familia,
a mi novio, a mis amigos; en general, mi corazón, mi cariño y mis sentimientos
los tiene en sus manos.
Es verdad que tengo
momentos de debilidad, en los que, como en cualquier relación, la recrimino
cosas: a veces no la soporto, puede conmigo, pero, después, me paro a pensar
que le debo muchas cosas. Me ha ayudado a ver para quiénes estoy y quiénes
están conmigo; a ver que necesito a cada persona de mi familia más de lo que yo
podía pensar; que a él lo quiero y le necesito más conmigo de lo que podría
esperar. En ese instante, me vuelvo a preguntar:
¿Es tan mala como
la pintan?
Ella vive triste. Me
ha dicho que a veces se siente sola, que nadie la quiere. Desde luego, yo no sé
si llegaré a quererla. Ambas sabemos que nuestra relación es temporal; sin
embargo, sé que el hecho de estar con ella me ha hecho crecer como persona,
madurar y ser consciente de que me ha dado más cosas buenas que malas, y
sinceramente, se lo tengo que agradecer.
La distancia solo
hace el olvido si nosotros nos esforzamos porque sea así. En el caso contrario,
es capaz de fortalecernos, de engrandecernos y de mejorar nuestras relaciones personales.