domingo, 5 de junio de 2011

Sólo quisiera que sepas que no tengo la culpa de quererte aquí cada noche, de a veces querer arrancarte la piel a mordiscos, no tengo la culpa porqué en mi vida había tenido tantas ganas de comer a alguien a bocados. Y también quisiera que supieras las veces que he intentado frenarme, pararme los pies, estacionar en cualquier parte donde no pudiera intentar conquistarte. Pero a la vez que me frenaba, aceleraba, tanto como podía, y he perdido el control del todo, y creo sinceramente que he estado a punto de estrellarme, si es que no lo he hecho. No tengo la culpa tampoco, de decirte tanto así y luego ser incapaz de pronunciar estas palabras, lo que me cuesta respirar a tu lado, es eso, es sólo eso, miedo. Tampoco soy culpable de sentirlo. Y a veces tengo la sensación de que muero por dentro, en los silencios, por eso necesito tanto las palabras. Ya no es sólo una cosa, la que quiero que sepas, son muchas, y no sé si seré capaz de darte tanto. No sé qué viene ahora, en qué parte me he vuelto a perder... siempre seré la de los detalles, la que nunca aprende del todo, y aún así se tira al vacío. Al que creo que estoy cayendo en este momento, y a veces espero de verdad que estés allí para aguantarme, y hacerme callar. Pero si por casualidad te hubieras marchado porque tu reloj caduca a las doce, tampoco pasa nada, después de todo he aprendido a caer medio en pie, y a no regañarme tanto por no haberlo previsto. Y es esa la intensidad de la que te hablaba, no sé si quiero que venga un después, quiero ahora, y te quiero aquí cada noche.