Cuando piensas en él y sonríes sin importarte con quien estás como una idiota, como si de pronto todo a tu alrededor desapareciera y solo estuviérais tu y ese recuerdo suyo que tanto te alegra. Te gustaría verle, para poder dedicarle aunque sea una mínima sonrisa tuya, aunque claro está, si por ti fuera, serían miles. Y contarle todo lo que te sucede a lo largo del día, porque todo lo que has hecho, lo has hecho pensando en él... Y es cuando notas como tu pecho se hincha, se llena de aire justo como cuando él te abraza, la misma sensación de felicidad extrema que te arropa incluso cuando estás sola, como si el estuviera justo ahi, delante tuyo, sonriendo con esa sonrisa que tantas veces te ha hecho suspirar por dentro, con los brazos extendidos solo para tí, esperando a que te hundas en su pecho y te dejes llevar a ese lugar donde tantas veces has soñado. Sabes que él está contigo vayas donde vayas, porque aunque os separéis, un pedacito de él siempre se va contigo, porsiacaso, al igual que aproximadamente un noventainueve porciento de tu corazón se escapa con él con cada pisada en la dirección opuesta a la que te encuentras, y desearías poder volar por encima de todo y de todos para ir hasta donde él está, y decirle susurrándole al oído: yo también voy a donde tu vayas.
