domingo, 26 de mayo de 2013

La neblina que deja el tubo de escape de un coche de segunda mano. El olor a tostadas recién hechas un domingo a las nueve de la mañana. La marca que deja un gintonic en la mesa de un bar después del último sorbo. El reflejo de una sombra mirándose en el río de un pueblo perdido. Las ganas de leer un buen libro. El barro en las zapatillas después de una maratoon de noches divertidas. El susurro del viento con los árboles un día de nordeste. El recuerdo de una despedida agridulce. Las copas vacías y el hielo hecho agua. Fotos en blanco y negro guardadas en una caja. Los trozos que quedan de un colorete acabado. Las sabanas blancas y nuevas. El sabor del primer helado del verano. Sentir la salitre del mar en el cuerpo. Soñar que todavía no has nacido y otras pequeñas grandes cosas que convierten la vida en un baile de aromas

Por: Carlota Sanchez Pego.